El Té y la Salud

Innumerables cualidades asociadas a la salud y el bienestar resultan íntimamente ligadas al té. El té en todas sus presentaciones. Sin fermentar, blancos o verdes, fermentados, semi fermentados como los amarillos o los azules, o los post fermentados, como los rojos. Y también los rooibos.

De hecho, el té irrumpe en Europa en el siglo XVI como hierba medicinal. Herba Shak, así es denominado en las primeras tarifas farmacológicas en las que se encuentra una referencia directa de la nueva infusión. Su carácter estimulante fue probablemente la primera y más notable de las cualidades apreciadas en el Txá, Chá, Chai, Herba Txa, Herba Shak, denominaciones todas ellas que reproducían la voz con la que en Catay y Cipango, actuales China y Japón, llamaban al actual té.

Pero antes de hablar sobre propiedades terapéuticas conviene destacar uno de los hechos que contribuye a la natural asociación del té con la salud. El agua. Si, el agua que se tomaba en la China de finales del año 1.100 (S. VI d. C. del calendario gregoriano) no era tratada con cloro, naturalmente. El hecho de hervir el agua para infusionar las hojas de chá constituyó un paso gigantesco en materia de salud. El beneficio de esta práctica era atribuido directamente al té.

Pero el té contiene ciertos elementos que constituyen la causa de sus apreciados beneficios. El notable y cada vez más deseado efecto antioxidante, que tiende a neutralizar la acción de los radicales libres, principales protagonistas del envejecimiento. Los minerales, elementos como el flúor, tan beneficioso para prevenir las caries dentales. El tanino, como paliativo de las enfermedades cardiovasculares, protagonista de lo que en medicina fue conocido como «la paradoja francesa», y docenas de efectos saludables que agruparemos más adelante por familias, esto es, tés verdes (incluye los blancos y amarillos), té rojo, té negro y rooibos, una vez más asimilado al té.

Comentemos primero algunas afirmaciones falsas o algunos efectos que el acerbo popular suele adjudicar, erróneamente, al té. Es frecuente la frase «el té verde no me gusta pues resulta muy amargo». Falso!. Un buen té verde bien preparado nunca debe resultar amargo. El problema suele ser el tiempo de infusión. Este tipo de té necesita, salvo raras excepciones, una infusión entre 2 y 3 minutos. Prolongar este espacio de tiempo dará como resultado una infusión amarga o muy amarga, dependiendo de los minutos que hayamos mantenido las hojas de té en contacto con el agua. Este tipo de té es tal vez el más exigente en su preparación.

Otra de las frases típicas, «el té y el café son muy excitantes». Ciertamente el té, al igual que el café, contiene cafeína. Pero éste no es un elemento necesariamente perjudicial para la salud. Depende de la cantidad. Por ejemplo, una taza de café expreso puede contener aproximadamente hasta unos 200 mg. de cafeína, mientras que una taza de té negro, donde encontramos la mayor concentración de esta substancia, contiene alrededor de unos 40 mg. Podríamos afirmar, por tanto, que el café puede resultar excitante y el té estimulante. Las pequeñas dosis de cafeína que ingerimos con el té nos permitirán mantenernos despejados, una mayor capacidad de concentración, ideal para desarrollar actividades intelectuales que requieran de toda nuestra atención, así como un buen tono emocional. Pero claro, de estos beneficios deberemos descartar a individuos que presenten una clara hipersensibilidad a la cafeína.

«El té, sobre todo el negro, mancha los dientes». Esto es parcialmente cierto, pero con matices. En primer lugar, cualquier dentista recomendará el té por su aporte de flúor, antes de entrar en materia de si tiñe o no. El té contribuye decididamente, junto con la higiene bucal, en la prevención de las caries. ¿Pero mancha?. Si, ya hemos dicho que si, pero en determinadas circunstancias. Si lo tomamos después de un buen cepillado dental, y lo hacemos como costumbre, es más que posible que con el tiempo aparezcan ciertas manchas oscuras, visibles fundamentalmente en nuestros incisivos. Esto es debido a que con el cepillado, además de restos de comida y posibles bacterias, eliminamos también lo que en odontología se denomina «película adquirida», que actúa como protector del esmalte. Soluciones a este problema: Tomar el té dos horas después del cepillado, ya que en este espacio de tiempo se habrá vuelto a generar nuestra amiga, la «película adquirida». Otra solución, cepillarnos los dientes inmediatamente después de tomar nuestra reconfortante taza de té. Y la higiene. Una buena higiene bucal y las visitas regulares a nuestro dentista nos liberarán de este riesgo.

«Si tomo mucho té he de levantarme por la noche para ir al baño». Naturalmente, esta afirmación también es cierta. Es la primera consecuencia fisiológica de la ingestión de líquidos, y esto es salud. Ahora bien, si no queremos padecer esta incomodidad disminuyamos la ingesta de té en las últimas horas del día.

Pero si queremos saber más, como las propiedades concretas de cada tipo de té, podemos clikar en los botones que encontraremos en el encabezamiento de esta página, correspondientes al Té Verde, Té Rojo, Té Negro, Rooibos y Té Blanco.